S.O.S COLOMBIA: PORQUE LA GUERRA ES MÁS GRANDE DE LO QUE PENSAMOS

OPINIÓN

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Los últimos días para Colombia han estado manchados por sangre como consecuencia de la intolerancia ante la discrepancia de pensamientos, pero sobre todo por la falta de diálogo. Somos un medio colombiano y no podemos ser ajenos a los acontecimientos de orden público por la crisis socioeconómica y política que afronta el país para dar nuestra postura desde la cosmovisión cristiana.

Desde el 28 de abril, de forma consecutiva, se han venido desarrollando las protestas del pueblo debido al desacuerdo por el proyecto de reforma tributaria que planteaba el gobierno para lograr recaudar 25 billones de pesos para subsanar el déficit fiscal del país. Sin embargo, al cabo de varios días en los que se presentaron muertes, heridos y desaparecidos en varias zonas del país, el presidente de la república Iván Duque decidió retirar el proyecto del congreso para que se redacte de nuevo de forma consensuada.

Sin embargo, el plantón nacional no paró, sino que se dio oportuno por el pueblo desahogar la frustración y rabia por la desigualdad evidente en el país por los niveles altos de pobreza, por la negación de una vida digna con derechos fundamentales como la salud (reforma a la salud) y la educación, además por la represión a tantos líderes sociales que han dejado este mundo asesinados por simplemente levantar su voz para reclamar por los derechos, también como proteger el medio ambiente de maniobras perjudiciales como el fracking.

En esta protesta muchos de los ciudadanos, jóvenes e indígenas se han tomado las calles para reaccionar de forma pacífica y se han encontrado con la reacción de la fuerza pública, teniendo que responder con violencia; por el otro lado están los policías y miembros del esmad que se encontraron con la delincuencia común infiltrada entre los manifestantes, que han saqueado establecimientos comerciales y han agredido  hasta llegar a asesinar también a los uniformados, y estos han tenido que incrementar su violencia. Algunos uniformados cual si tuvieren sangre en el ojo han cometido homicidios indiscriminados con su exceso de fuerza, actitudes completamente inhumanas.

Violencia más violencia da como resultado muerte. La violencia es como un veneno que no respeta ni al inocente ni al culpable, cualquiera que lo beba. Tanto los policías como los inocentes que han derramado su sangre en este paro nacional en Colombia han sido las víctimas de algo mucho más complejo y es una guerra espiritual. Sabemos cómo cristianos que la palabra nos orienta en todo y para todo, por eso es necesario recurrir a ella en Efesios 6:12 “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.

Todo es claro y como cristianos no podemos ser espectadores, la iglesia también debe ir a la protesta, debe ir a la guerra con las armas que ya nos han sido entregadas, las armas espirituales de gran calibre: el poder de la oración y el ayuno.

Llueven las críticas en las redes sociales porque las iglesias cristianas no se están pronunciando con respecto a las manifestaciones y tienen razón. Como soldados de Cristo nos debemos hacer sentir y mostrar con el mejor argumento, con la Palabra de Dios, este es el verdadero camino a la paz, a una vida digna.

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