El Arca del Pacto, desde el Antiguo Testamento, significa el lugar santísimo y para los israelitas representó la presencia misma de Dios, por cuanto los sacerdotes eran quienes presidían acercarse con devoción.
El rey Salomón, en 2 de Crónicas capítulo 5, solicitó a los ancianos de Israel y los jefes de las tribus, junto con los sacerdotes, trasladaran el Arca del Pacto con sus utensilios sagrados desde Sión, la tierra de David y en el día séptimo se congregaron para alabar con instrumentos, con sacrificios de animales y al clamor al unísono.
Lo sorprendente en esta historia, que tu puedes detallar en el pasaje, es que la gloria de Dios se puso sobre ellos ante la sincera disposición de quienes anhelaron su presencia. No cabe duda que El Señor es bueno en todos los aspectos, pues ante la naturaleza de pecadores que tenemos los seres humanos, su misericordia y bondad es incomparable.
Los trompetistas y los cantores alababan y daban gracias al Señor al son de trompetas, címbalos y otros instrumentos musicales. Y cuando tocaron y cantaron al unísono: El SEÑOR es bueno; su gran amor perdura para siempre, una nube cubrió el templo del SEÑOR. Por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron celebrar el culto, pues la gloria del SEÑOR había llenado el templo. 2 de Crónicas 5:13-14 NTV.
Si estas leyendo estas palabras no es casualidad, Dios te da esta reveladora palabra para decirte que si en aquellos días los israelitas conmovían la presencia del Padre Santo con sus ofrendas de amor, hoy tu tienes conexión directa para buscar con anhelo de su abrazo y pedirle que la presencia de su Espíritu Santo te acompañe a donde vayas como aquella nube. Recuerda que cuando Jesús murió por ti y en este nuevo pacto el lugar santísimo ya no es el Arca, es tu corazón contrito y humillado ante Él.