Por: Norber Bustos Ramos
Me entristece ver comentarios en redes sociales y conversaciones por parte de ciertos grupos cristianos que cuestionan el hecho de que músicos cristianos esperen una remuneración monetaria por su trabajo.
Claramente, es triste ver como algunos llamados artistas se han entronizado a través de la música cristiana en plataformas de la farándula y la industria, ganando «likes», premios y dinero usando un mensaje «cristiano» pero alejados de la verdad de la escritura y con vidas que no son el reflejo del testimonio de Jesús; a esos mercaderes de la fe, Dios les juzgará a su debido tiempo. También es la responsabilidad de quienes somos músicos examinarnos para no terminar creyendo que la música es el fin, cuando siempre ha sido el medio; porque el fin siempre ha sido y será la gloria de Dios. Y la responsabilidad de la iglesia de evaluar a quienes escucha y propulsa mediáticamente, porque si músicos y letras que contradicen la enseñanza de la palabra tienen tanto éxito, ha sido porque hay un sector que los consume, y gran parte de ese sector pertenece a la iglesia.
No obstante, es también triste ver la mentalidad de un sector de la iglesia que considera que el hacerse todo por amor, significa olvidar que el obrero es digno de su salario. Ese sector para el cual tal parece que, el músico no es un obrero, o que es un obrero cuyas cuentas siempre son canceladas por milagros del cielo o consignaciones celestiales. Ese sector que considera de tan poco valor la excelencia, como si el hecho de que al hacerse para Dios significase que no importa la calidad, porque probablemente la mayoría de los que se quejan porque los músicos cristianos cobren, son los mismos que dicen «Cantar o tocar bien no importa, porque Dios mira el corazón».
Una cosa es la avaricia de muchos músicos o «artistas» pretendiendo enriquecerse y creyéndose superestrellas intocables, y otra es, la apología a la mendicidad con el discurso de que el justo vive por fe y hace todo por amor. Pero cuánta distorsión hay en ello, porque fe y amor no suplen las necesidades de la esposa y los hijos de aquel que ha dedicado su vida a perfeccionar un talento, y que todos estaríamos de acuerdo: Ha sido dado por Dios. Para quienes dicen “La palabra no se cobra”, estoy de acuerdo, pero si compras una biblia, si es que invertimos para nuestro crecimiento en el conocimiento de Dios, no pagas por la palabra, pagas por el trabajo de la editorial y todo el recurso humano, las hojas, la impresión, el transporte, etc. No pagas por la palabra, pagas por los medios que se requirieron para que pudieras tener en tus manos un ejemplar de la biblia.
Así, el salario de un músico cristiano no es por lo de “cristiano” sino por lo de música” pese a que la música es gratuita, los medios para que el oyente pueda disfrutarla no lo son.
El músico no va a la tienda a comprar pedales, instrumentos, o equipos de audio con fe y amor. El músico no va a su universidad, academia o instituto y les dice “Soy cristiano, así que les voy a pagar con fe y amor”. Pero la iglesia con mentalidad del todo gratuito cree que hablar de dinero es sinónimo de materialismo, excepto cuando tienen que pagar su suscripción de Películas “seculares”, la comida de su restaurante, incluso el transporte para ir a la iglesia, o todo lo que en el diario vivir requiere dinero. Triste que a muchos les duele pagar por el producto de la música cristiana, pero no les duele pagar toda la cantidad de bienes y servicios que no tienen que ver con la fe y la espiritualidad.
Complejo es para muchos músicos cristianos de tiempo completo, que al no encontrar un espacio rentable exclusivamente en la música sacra y el entorno religioso, emigran laboralmente a los medios “seculares” (actitud que no es justificable en todos los casos, ni que pretendo juzgar como cristiana o anticristiana, porque competería hacer un análisis más profundo a la luz de la cosmovisión cristiana en cuanto al tema de la música “secular”), pero que luego son cuestionados y casi condenados por los mismos que juzgan el hecho de cobrar. Así, tenemos un sector de la iglesia que juzga al músico por esperar una justa retribución económica en el medio cristiano, pero también lo juzga por recibirla de entornos seculares.
Necesario es encontrar un equilibrio entre la justicia y el servicio por amor, fundamentado en principios bíblicos. Un equilibrio motivado por la sabiduría y la empatía para analizar cada caso, en cada lugar y con respecto a cada propósito, un equilibrio motivado por la confrontación bíblica para examinar las motivaciones de quienes servimos en el medio de la música cristiana y quienes se benefician por ello.
Un llamado a la reflexión antes de opinar con desprecio y una actitud condenatoria, y que cada día la iglesia sea un lugar de amor y justicia que refleje la enseñanza de Jesús, la cual no es de tanto de tipo “sobrenatural”, sino que toca todos los aspectos de le vida natural, incluyendo una perspectiva sana del dinero. Y que los músicos cristianos seamos ante todo genuinos cristianos, que no vendamos los principios por un plato de lentejas mediáticas, que no perdamos el norte, la esencia el buen testimonio y la actitud de servicio por la causa de Jesús y el extendimiento de su obra.
Una vez más si alguien pregunta, ¿porque un músico cristiano cobra? Es por la misma razón que lo hace un pastelero cristiano, o un abogado cristiano, albañil cristiano, o cualquier otra profesión de un cristiano. Porque todo trabajo honrado es digno, y merece una retribución, ¿O es que esto no aplica para la música?