Es normal sentirse alguna vez que no somos importantes en un grupo al que pertenecemos o que el trabajo que hacemos es insignificante. Todos hemos tenido ese pensamiento, por lo menos una vez en la vida.
El Señor hoy te trae un mensaje especial, te quiere decir que tus sueños no son casualidad porque escrito está en sus promesas que lo que anhela es que seas prosperado en todos tus proyectos.
Él te mira con otros ojos, observa siempre el corazón con el que realizas tu trabajo, que por más que no le veas incidencia, es muy importante para Él. Es por esa razón que si tu deseo es servirle a Dios y en la iglesia, por ejemplo, te pidieron ayuda para asear el templo, hazlo feliz y con pasión que Él se regocija en tu obediencia y te recompensará en grande.
El Apóstol Pablo habló a la iglesia de Corinto sobre los dones espirituales, pero también hace referencia a la metáfora del cuerpo humano y sus miembros. “Pero nuestro cuerpo tiene muchas partes, y Dios ha puesto cada parte justo donde Él quiere. ¡Qué extraño sería el cuerpo si tuviera solo una parte! Efectivamente, hay muchas partes, pero un solo cuerpo. El ojo nunca puede decirle a la mano: No te necesito. La cabeza tampoco puede decirle al pie: No te necesito.
De hecho, algunas partes del cuerpo parecieran las más débiles y menos importantes, en realidad, son las más necesarias. Y las partes que consideramos menos honorables son las que vestimos con más esmero. Así que protegemos con mucho cuidado esas partes que no deberían verse, mientras que las partes más honorables no precisan esa atención especial. Por eso Dios ha formado el cuerpo de tal manera que se les dé más honor y cuidado a esas partes que tienen menos dignidad.¨ 1 de Corintios 12: 18-24 NTV.